Mujer

Con los bolsillos rotos, ando por los caminos, sin preocuparme de recibir el vuelto. Puedo dormir tan cómodamente entre sábanas de seda, como en el suelo con rústica manta. 

Por techo, elijo las estrellas y por chimenea, los cálidos rayos del sol.

Un puñado de amigos, un amor en el corazón, escondido y un universo infinito de travesuras que, con crayolas de ternura, por las gastadas paredes de mi alma, mi niño dibuja. Esa es toda mi fortuna.

A veces princesa, muchas más guerrera, y siempre, mujer, que por esta vida se desliza tras un sueño, el que Dios me conceda cada mañana, al despertar el cielo. 

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