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La lluvia cae sobre mí,
la pesadez de la ciudad
se suma a tu ausencia
y mi torpe fisonomía
se diluye en la multitud,
que pasa sin advertirme.
Todo es la nada,
mi sombra, un sueño
y mi vida, historia vana.
Sé que ya no volverás,
tampoco quiero volverte a ver;
sos el dolor que siempre ha de doler,
la herida que nunca cicatrizará,
el vacío de un sueño trunco.
Pero, el mañana traerá,
una nueva esperanza
y en los ojos azabaches de mi niño,
descubro a Dios dándome
una nueva oportunidad de,
un día, hallar la paz.
Ale Soria
Tristes letras de las que hiciste un bonito poema y lleno de esperanza . Beso
ResponderEliminarMuchas gracias
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