Vida yerma

 Quisiera escribir los versos  más tristes esta tarde, tan profundamente desgarradores, que me arrancasen de un tirón todo el dolor que llevo dentro. Gritar, tanto, que alguien escuchase, por fin, mi ruego, ese mismo que siempre cae al suelo envuelto de silencios desolados. Correr, libre, desnuda, hasta alcanzar el cielo y allí perderme, en el sueño sereno de la Eternidad...

A esta alma mía, ya no le caben heridas; se desangró hasta quedarse seca, vacía, esperando la mañana que nunca llegará. 

Algunos habrá que vengan el día de la despedida, a llorar hipócritas, fingiendo que me querían. Pero sólo será un par de ojos azabaches los que se abrirán para el beso final; esos ojitos traviesos que me despiertan con su luz, que me aferran a esta vida yerma y que me regalan una inocencia perdida que alguna vez habitó en mí. Solo ello se llevará mi destierro; solo mi niño es este corazón que late, aunque esté muerto...

Ale Soria

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